Entrevisté a María Luisa Domínguez, a quien muchas conocemos como Barbi. Barbi es una mujer trans que vivió muchos años en situación de prostitución y a quien conocí cuando me puse siliconas, en la Buenos Aires de los noventa. En realidad, como las siliconas eran muy caras para nosotras, para tener lolas grandes y conseguir más “clientes” nos inyectábamos “aceite de avión”, como se le decía en la época. En realidad es un relleno ilegal que se hace con aceites, plástico líquido y componentes derivados de petróleo.
Cuando me vine a Santa Fe perdí de vista a muchas compañeras, entre ellas a Barbi, pero tuve la alegría de reencontrarme con ella hace unos días y pude entrevistarla. La noté triste, deseperanzada, pero con ganas de compartir sus ideas sobre la prostitución y otras formas de violencia.
¿Qué es para vos lo peor de la vida de quien está en situación de prostitución?
Las chicas trans de catorce, quince años, no tienen contención de nadie. Terminan en la calle, prostituyéndose, empiezan con el alcohol y otros consumos problemáticos, vienen las enfermedades, y no tenemos contención, así que siempre terminamos en lo mismo. Es muy triste que tengamos que salir a prostituirnos para comer y vestirnos, y la gran mayoría además ayuda a su familia, y terminan muriendo en un hospital, solas, porque la familia no va a verlas. La prostitución deja secuelas terribles. ¡Y el tema de los proxenetas! Yo conocí a un montón porque trabajé en saunas, en departamentos privados, en la calle, y además están los policías, los “jefes de calle”, las mismas travestis, que a veces cobran por la plaza, obligan a robar... Los “clientes” que nos van a buscar a nosotras encuentran a muchas de las chicas dadas vuelta con la droga y el alcohol, así que los tipos se aprovechan y lo quieren hacer sin profiláctico. Como las chicas no están bien, aceptan. El poder lo tiene el que paga, y eso somete a las chicas. La prostitución es lo peor: te humillan, te violentan, te contagian… Por eso me molesta cuando alguien quiere hablar por nosotras y decirnos que la prostitución es un trabajo.
¿Y qué te pasa cuando escuchás que la prostitución es un trabajo?
Hay muchas travestis que desde el 2012, con el cambio del código contravencional, salieron a las calles. Se pusieron un taco, la pollera, y listo, ya son travestis y creen que se las saben todas. Pero no pueden hablar de prostitución como si fuera trabajo, porque nosotras, las travestis que estuvimos años en esa situación, sabemos de qué se trata: estar presas, que te caguen a palos, miles de cosas… Y ellas hablan libremente del tema… La prostitución es un tema muy complejo, y para nosotras muchísimo más.
¿Qué pensás del abolicionismo?
Cuando yo conocí el abolicionismo y todo lo que concierne quedé encantada. Estoy cien por cien con esta postura: la prostitución no es un trabajo y nunca lo va a ser. Pero lamentablemente nosotras, las travestis, no tenemos oportunidad de nada: somos expulsadas de nuestras casas, de las escuelas, y ¿dónde terminamos? En las esquinas, porque quedamos solas. Nadie nos quiere. Hay chicas de quince años que ya se ven obligadas a prostituirse. Muchas quedan en el camino. Las que sobreviven, pagan fortunas para poder alquilar una pieza para vivir, porque solo por ser travestis ya les cobran cualquier cosa.
¿Hay algo que hayas hecho y de lo que te arrepientas?
El arrepentimiento más grande es obvio, el tema de las siliconas. Les ha hecho muchísimo daño a las compañeras. No solo lamento haberlas puesto yo (yo las puse poco tiempo), lamento que todavía se siga lucrando con las siliconas… Y de lo otro que me arrepiento mucho es de haber elegido ser quien soy y que mi mamá haya tenido que ir a Devoto a visitarme y haya tenido que pasar requisas terribles. (Se quiebra). Esto me da mucha angustia: que mi mamá haya pasado por eso. Eso no me lo perdono nunca.
¿Le ves solución a la situación de las personas trans?
El cupo laboral trans es un fiasco. No les va a solucionar la vida ni a la mitad de las compañeras que están prostituidas. Si así es nuestra vida con derechos, imaginate cómo era cuando no los teníamos. ¿Vos viste alguna vez en una tienda, en un supermercado, en un banco, has visto a una travesti trabajando? No nos dan las oportunidades. Solo nos quieren ver en las esquinas. Después, no existimos…
¿Qué te gustaría que ocurriera en tu vida de ahora en más?
Con respecto a qué quiero… Voy a cumplir 58 años. Me gustaría tener un trabajo en blanco y estaría bueno que no me muera sin tenerlo. Lo que quiere cualquier persona: un trabajo digno, eso. Me gustaría un trabajo donde pueda ayudar a las compañeras, eso sí, porque sentarme en un lugar y no poder darles herramientas a mis compañeras, no tendría sentido. Igual, mucho futuro no tengo, imaginate…
"No nos dan las oportunidades, sólo nos quieren ver en las esquinas..."
ResponderBorrarQue duro todo...
"No nos dan las oportunidades, sólo nos quieren ver en las esquinas..."
ResponderBorrarQue duro todo...