Desde la asociación Mujeres por los Derechos luchamos contra los abusos sexuales, sobre todo en la infancia y en la adolescencia, contra toda forma de violencia, pero sobre todo de violencia contra personas en situación de vulnerabilidad, y por la abolición de la prostitución y la trata.

viernes, 8 de abril de 2022

El testimonio de Carolina: "He quedado traumada, no puedo tener una relación normal"

Llegué a la Asociación Mujeres por los Derechos por una amiga con la que yo ejercía la prostitución. Laburábamos con ella. Un día que estábamos pasando por un momento de necesidad ella dijo que conocía a una mujer que podía ayudarnos con mercadería y Elena nos ayudó. Ahí me quedé y sigo estando. Trato de ayudar a otras chicas.


Mi infancia fue linda. Tuve papá y mamá y una familia completa. Si había problemas yo no me di cuenta, porque era muy chica y muy inocente. Cuando cumplí 15 años conocía a un hombre de 33 que me “durmió la oreja”, como se dice. Me fui con él y me tuvo como secuestrada. Mi madre me buscaba y no me podían encontrar. Él abuso de mí muchas veces. Me maltrataba. Andaba en la delincuencia, había estado preso por homicidio. Yo al final lo dejé y a él después lo mataron por unos problemas que tenía. Traté de volver a casa, pero ya no era lo mismo, por lo que yo había hecho. Terminé yéndome de casa y me metí en las villas, conocí la droga. Empecé a vivir en un ranchito con chicos y chicas. Andaba de acá para allá, sin rumbo. No andaba en la prostitución todavía, pero hacía cosas que no debía, por la sola necesidad de querer comprarme zapatillas, un pantalon, una remera.

Había unas chicas que se prostituían y me dijeron que se hacía plata, y cuando cumplí 18 me fui con ellas a trabajar por todos lados. Yo lo tomaba como un trabajo porque para mí era normal estar con tipos por plata. Pasé muchas cosas: abuso, maltrato, me pisotearon como a un trapo de piso. Una vez me vine a dedo del sur porque estuve a punto de que me pase algo malo: un tipo muy poderoso del sur quería tener sexo sin profiláctico y yo me negué; él se enfureció y me dijo que esa noche yo iba a desaparecer, así que me escapé de ahí. Era un Cabaret grandísimo en El Calafate, donde había gente muy conocida, políticos, gente famosa. Encontramos a un camionero que nos trajo a mí y a una amiga hasta Santa Fe. Después de eso seguí laburando. Me puse de novia, quedé embarazada y mi novio no me creyó que el bebé era de él, así que nos dejó. Yo la remé sola con mi nene, hasta hoy la remo sola con él. Tengo mi casita, pero me robaron todo y tuve que volver a la prostitución para comprar mis cosas, para que él tenga abrigo.

No puedo tener una relación normal. Me ha quedado la desconfianza, y si un hombre me toca una pierna o la espalda como un cariño, yo le saco la mano a la defensiva. De noche todavía siento que alguien me respira, que me habla, y no hay nadie. Tengo estos traumas que no se fueron, pero gracias a Dios hace dos años que salí de la postitución. Yo conocí a Dios gracias a un amigo que me llevó a la iglesia y ya no trabajo de eso. Hoy hago changas, limpio acá y allá, tengo el plan Potenciar Trabajo, colaboro con la Asociación. Es difícil conseguir trabajo cuando una tiene una historia como esta.

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