Conversé con dos mujeres, Cecilia y Pampita, que durante años estuvieron en situación de prostitución y hoy son orgullosas sobrevivientes de ese sistema perverso de explotación. Verán que cuando hablan de la prostitución dicen “trabajar”, pero usan la palabra por no decir otras más feas. Ninguna de las dos piensa que eso sea un trabajo. Es la prolongación de una vida de carencias y de naturalización de violencias. Les pregunté sobre sus vidas familiares, sobre la escuela, sobre cómo empezaron a prostituirse y cómo lo dejaron, y sobre todo, si piensan que la prostitución es un trabajo. Creo que es importante ver qué les dicen a las adolescentes… Esto es lo que piensan:
Cecilia: Agradecida con mis padres que me dieron lo que pudieron. Fue una vida pobre. En la adolescencia no me dejaban ir a ningún lado. Quería salir y no me dejaban, ni salir con mi abuela me dejaban, así que me escapaba por la ventana. ¡Un día me engancharon y cobré como los dioses! Hasta que conocí al padre de mis hijos. Las cosas se hicieron apuradas porque yo quería un poco de libertad, pero no fue así, Me embaracé enseguida porque no tenía el apoyo de mamá, de hablar, de cómo cuidarme, de tomar una pastilla, usar un preservativo, nada. Solo era “cuidate de los muchachitos que vas a quedar embarazada”. Por eso a los veinte años ya tenía a mis tres hijos, por ignorante. Con él tuve mis dos chicos, y cuando quedé del tercero, él se mandó un moco, le robó plata al padrastro y nos tuvimos que ir del barrio porque le iban a pegar. Entonces a mi vida la sacrifiqué yo: yo salí a trabajar para que él se quede con los hijos. Así empezó mi historia. Llegué a la Asociación Mujeres en Actividad [Mujeres por los Derechos] por mi hermana Carina. Estuve un tiempo, después me fui y volví al año. Y ahí sí, me quedé para ayudar a las compañeras y dar una mano. A las adolescentes les diría que no es un trabajo estar parada en una esquina para satisfacer a un hombre. Les diría que estudien y hagan otra cosa. A mí no me gustaría que mi hija y mi nieta vayan por ese camino, que es horroroso.
Pampita:
Yo pedí hasta los trece años, y a los catorce me puse a trabajar, que la vi fácil y nada es fácil. A la escuela nunca fui. Una amiga me propuso eso y bueno, empecé a trabajar. Me dijo “vení a pararte a mi parada” y bueno, ahí empecé. Mi vida familiar… Yo me vine a vivir acá porque no me llevaba bien con mi familia. Por eso estoy viviendo sola, alquilando. Nunca estaban conformes con nada, ellos. Hasta que decidí venirme a vivir sola. Quiero salir adelante por mis hijas, por las personas que yo quiero. Toda mi vida me manejé sola. Fue complicada mi vida, pero acá estoy y siempre la voy a seguir luchando. Hace dos años que dejé de trabajar, que es una alegría muy grande que yo tengo, que lo hice por mis hijas, que las amo. A la escuela nunca fui, ahora de grande estoy yendo a la escuela. No fue nada fácil mi vida. Y después me dediqué a la vida. Eso no es trabajo, Elena. En el trabajo que hacíamos en la calle nos trataban muy mal. Nos golpeaban. Si fuera un trabajo no te tratarían mal, no te tratarían como a una basura, no te pegarían. Yo les digo a las chicas que dejen esa vida, que no es trabajo. Nos basureaban. Una vez un vago me tiró del auto porque yo no quería tener relaciones arriba del auto, y eso no es un trabajo. Me encantaría ayudar a las chicas para que dejen esa vida, porque es muy difícil. Las entiendo, algunas lo necesitan. Pero ojalá pudieran dejar eso.
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